Esta es una traducción de la página original en inglés.

La libertad opcional no es suficiente

Existen distribuciones que ofrecen al usuario la opción de instalar únicamente software libre y que nos abstenemos de recomendar. Con esa opción, un usuario que valore la libertad lo suficiente y que reflexione sobre el tema puede hacer que esas distros respeten su liberdad.

Una distro que ofrece esa opción es claramente mejor que otra que no la ofrece. Pero esa opción no es suficiente para que sea recomendable en general. Después de todo, la mayoría de las personas en nuestra comunidad no es consciente del problema, y no podemos esperar que esa mayoría decida renunciar al software privativo solo porque la distribución proporciona una manera de hacerlo. Tampoco queremos inducir a las personas a instalar software que no es libre; hemos escogido nuestros métodos para que eso sea poco probable.

Así, nuestra decisión de recomendar una distro depende de a quién se la estemos recomendando. Por ejemplo, podría tratarse de:

  1. Defensores específicos del software libre que sabemos que harán un esfuerzo para evitar el software privativo.
  2. Un grupo numeroso y vario, como por ejemplo el público en general.

Podríamos recomendar la distro de manera privada a personas del primer grupo si la distribución proporciona una forma clara y fiable de rechazar el software que no es libre.

Sin embargo, cuando se trata de recomendar una distro al público en general, debemos insistir (y lo hacemos) en un compromiso explícito de no ofrecer ni sugerir ningún programa que no sea libre. De ese modo, sabemos que nuestra recomendación de dicha distro no llevará al público a instalar ninguno de esos programas no libres.

¿Qué distros se deberían recomendar o instalar para el público en un festival de instalación? Por motivos éticos, un festival de instalación no debe recomendar ni instalar programas que no sean libres. Sin embargo, las personas traerán computadoras que necesitan controladores o blobs de firmware privativos para poder funcionar; sin ellos, las personas se irán decepcionadas y pensarán que GNU/Linux es un fiasco.

Se nos ocurrió una idea para conciliar estas dos necesidades: el festival de instalación instala una distro libre, y luego «el diablo» (una persona que viste una máscara de diablo) se ofrece para instalar los controladores o blobs no libres que la máquina necesita.