Esta es una traducción de la página original en inglés.

El software libre y el gobierno electrónico

El Gobierno británico ha financiado el desarrollo de software útil para el gobierno electrónico, y ahora no sabe qué hacer con él. Alguien tuvo la brillante idea de dárselo a los gobiernos locales, invitándolos a convertirse en empresas de software.

El público ya ha pagado por el desarrollo de este software. ¿No es absurdo hacerle pagar ahora por el permiso para usarlo? ¿No es absurdo restringir lo que pueden hacer con él? Lamentablemente, esta incoherencia no es inusual. Es costumbre que los Gobiernos entreguen programas financiados públicamente a manos privadas, a compañías que hacen que el público (e incluso el Gobierno) tenga que pedir permiso después para utilizarlos.

Aún peor, imponen frustrantes restricciones a los usuarios, negándoles el acceso al código fuente del programa, lo que un programador puede leer, entender y cambiar. Todo lo que los usuarios obtienen es un ejecutable, una «caja negra», de modo que no pueden adaptarlo, entenderlo ni verificar lo que hace.

Para todo esto existe una justificación sensata, pero la política que se adopta no lo es. La justificación es que se hace imprescindible contar con alguien que se ocupe del software, de solucionar las dificultades que inevitablemente se presentan y de adaptarlo a las nuevas exigencias. La gente solía creer que la única manera de lograrlo consistía en ceder el control del software a alguna compañía, quedando así sometidos al poder de la misma.

Hoy sabemos que existe otra manera de hacerlo: el software libre (también conocido como de código abierto o FOSS). «Software libre» significa que los usuarios son libres de utilizarlo, redistribuirlo, estudiarlo e incluso ampliarlo para que realice más tareas.

La palabra «libre» se refiere a la libertad, no al precio. Piense en «libertad de expresión», no en «cerveza gratis» [1]. Cuando hay usuarios que valoran el soporte y están dispuestos a pagar por él, el software libre comporta un mercado libre para el soporte, en vez de un monopolio. El software libre también ofrece a las agencias gubernamentales una manera de cumplir su responsabilidad de mantener un control soberano sobre las computadoras del Estado, y no dejar que caiga en manos privadas.

Desde 1984 grupos de voluntarios han desarrollado y mantenido programas libres útiles y potentes (unos pocos al principio, luego sistemas operativos completos como GNU/Linux y BSD. Hoy el Directorio de software libre contiene casi 4.000 programas libres. El Gobierno británico ha decidido aumentar el uso de software libre, es una oportunidad perfecta para usarlo y contribuir a su desarrollo.

Es necesario que el gabinete del viceprimer ministro convierta en software libre los programas que usa para el ejercicio del gobierno electrónico, que instale un sitio para alojar el desarrollo de esos programas y emplee a un puñado de personas para supervisar el trabajo. De ese modo, Gobiernos de todo el mundo comenzarán a utilizar ese software, a corregirlo, difundirlo y contribuir a su mejora.

El mundo entero se beneficiará, y todos los usuarios admirarán el liderazgo de Gran Bretaña.


Este artículo apareció por primera vez en The Guardian el 3 de marzo de 2005, titulado Second Sight.

Notas de traducción

[1] La explicación de debe a que, en inglés, el término «free» puede significar tanto «libre» como «gratuito».