Esta es una traducción de la página original en inglés.

Reseña: Boldrin y Levine, «El caso contra la propiedad intelectual»

The Case Against Intellectual Property (La causa contra la propiedad intelectual, de Boldrin y Levine, sostiene, con fundamentos económicos, que los autores pueden ganar dinero mediante la venta de sus obras incluso en un mundo donde cualquiera pueda hacer copias.

Usted probablemente haya escuchado el argumento superficial «Si el programa es libre, solo venderá una copia». La respuesta obvia es que hoy en día hay empresas que venden miles de copias al mes. Sin embargo, el artículo proporciona otra respuesta: demuestra por qué personas que son plenamente conscientes de las consecuencias económicas de la libertad de copiar pagarían un alto precio por «la primera copia».

El término «propiedad intelectual» es engañoso y disemina confusión. El engaño es fácil de ver: designar como «propiedad» los derechos de autor, las patentes y las marcas registradas, induce a pensar que criticar estos temas equivale a «oponerse al derecho de propiedad». La confusión es menos evidente: agrupando los derechos de autor, las patentes y las marcas, lo que se logra es que la gente trate esos temas como si fueran una sola cosa, haciendo caso omiso de las grandes diferencias que existen entre ellos y considerándolos como una única cuestión en base a sus escasas semejanzas.

Esto generalmente conduce a dejar de lado los aspectos sociales y éticos de los derechos de autor, como así también los diferentes aspectos sociales y éticos de las patentes, y a considerar a ambos —derechos de autor y patentes— como un tema único bajo términos estrictamente económicos. Los defensores de las patentes y de los derechos de autor fuertemente restrictivos presentan, entonces, un argumento económico que de tan simple se presenta como aparentemente irrefutable.

Normalmente respondo señalando los aspectos de la situación que han sido ignorados por tratar la cuestión como un tema puramente económico. El artículo de Boldrin y Levine aborda ese simple argumento económico en sus propios términos y devela sus lagunas, lagunas que la aparente simplicidad tiende a ocultar.

Creo que debemos seguir rechazando el término «propiedad intelectual». Tenemos que llamar la atención sobre los aspectos no económicos de los derechos de autor y los diferentes aspectos no económicos de las patentes. Sin embargo, los argumentos de Boldrin y Levine serán útiles para responder a quienes insisten en reducir sus valores a lo económico.

El documento es algo matemático y está dirigido a economistas. Sería útil divulgar las ideas que allí se presentan.